El peluquero masculino de apellido Shi estaba jugando al golf en un campo de Tainan cuando resbaló y se lastimó mientras caminaba por el vestíbulo del campo, donde se estaba llevando a cabo una limpieza del agua acumulada en el piso. Enfurecido, Shi exigió una compensación de 2.556.367 dólares taiwaneses por gastos médicos y daños emocionales. Durante el juicio, Shi presentó un certificado médico que indicaba que debía descansar completamente durante tres meses, pero el juez descubrió que Shi había jugado al golf después de solo 21 días del accidente y luego continuó jugando 26 veces más.
Como resultado, el juez solo otorgó a Shi una compensación de 160.000 dólares taiwaneses por los 21 días de trabajo perdidos, además de 50.000 dólares taiwaneses por gastos médicos y daños emocionales. Sin embargo, el juez también consideró que Shi tenía la mitad de la responsabilidad ya que no estaba prestando atención mientras caminaba, por lo que el campo de golf solo tuvo que pagar 111.641 dólares taiwaneses.
Este caso es un recordatorio de que todos tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras acciones y no culpar a los demás por nuestras propias negligencias. Aunque Shi pudo haber sufrido una lesión, su decisión de ignorar las órdenes del médico y continuar jugando al golf solo empeoró su condición. Además, su falta de atención mientras caminaba fue un factor clave en el accidente.
Es importante que aprendamos de este caso y seamos más cuidadosos y responsables en nuestras acciones. No solo nos protege a nosotros mismos, sino que también evita problemas innecesarios para los demás. También es importante que sigamos las recomendaciones médicas y no intentemos hacer actividades físicas antes de que nuestro cuerpo esté completamente recuperado.
En lugar de enojarnos y buscar culpar a otros, debemos ser más compasivos y comprensivos con nosotros mismos y con los demás. A veces, los accidentes ocurren y no podemos controlarlos, pero podemos controlar cómo reaccionamos ante ellos. En lugar de buscar venganza, debemos buscar una solución pacífica y justa para ambas partes.
En resumen, este caso nos enseña la importancia de ser responsables y conscientes de nuestras acciones. Debemos aprender a aceptar nuestras responsabilidades y no culpar a los demás por nuestras propias negligencias. Al hacerlo, podemos evitar conflictos innecesarios y vivir en armonía con los demás.
