Cada año, la procesión religiosa más importante de Taiwán, la Jornada de la Diosa de la Gran Muralla, dura 9 días y 8 noches y culmina en un recorrido por la ciudad de Changhua el día 11. El presidente de la Junta Directiva del Templo Zhenlan, Yan Qingbiao, el vicepresidente Zheng Mingkun y otros líderes acompañaron a la Diosa durante todo el camino. A las 11:50 a.m., la Diosa llegó a la calle Yongle en la ciudad de Changhua, donde una multitud de fieles la esperaba. Bajo la protección del equipo de seguridad de la policía, la Diosa fue recibida por la alcaldesa Wang Huimei y permaneció en el lugar durante 5 minutos antes de ser llevada en su carroza. Este año, la procesión fue un éxito y sin incidentes, marcando el tercer año consecutivo sin peleas ni disturbios en la zona de guerra.
La Jornada de la Diosa de la Gran Muralla es una celebración religiosa que atrae a miles de fieles de todo el país y de todo el mundo. Durante 9 días y 8 noches, los devotos siguen a la Diosa en su recorrido por diferentes ciudades de Taiwán, rezando y haciendo ofrendas para pedir su protección y bendiciones. Es una tradición que ha sido llevada a cabo durante siglos y que sigue siendo una parte importante de la cultura y la identidad de Taiwán.
Este año, la Diosa fue recibida con entusiasmo y devoción en cada parada de su recorrido. Los fieles la acompañaron con cantos y oraciones, mostrando su amor y respeto por ella. A su llegada a la ciudad de Changhua, la Diosa fue recibida por una multitud emocionada y por la alcaldesa Wang Huimei, quien le dio la bienvenida en nombre de todos los ciudadanos de Changhua.
La seguridad de la procesión fue una prioridad para todos los involucrados. La policía desplegó un equipo de seguridad de élite para proteger a la Diosa y a los fieles durante todo el recorrido. Gracias a su eficiente trabajo y a la cooperación de los devotos, la procesión se llevó a cabo sin incidentes, lo que demuestra la armonía y el respeto que existe entre las diferentes comunidades religiosas en Taiwán.
La Jornada de la Diosa de la Gran Muralla no solo es una celebración religiosa, sino también una oportunidad para que las personas de diferentes orígenes se unan y compartan su fe y su amor por la Diosa. Es un recordatorio de que, a pesar de nuestras diferencias, todos somos iguales y podemos vivir en armonía y paz.
Este año, la procesión ha dejado un mensaje poderoso y positivo: que la fe y la devoción pueden unir a las personas y superar cualquier obstáculo. La Diosa ha sido recibida con amor y respeto en cada parada de su recorrido, y su presencia ha traído paz y armonía a las comunidades que ha visitado.
La Jornada de la Diosa de la Gran Muralla es un evento que no solo une a los fieles, sino también a toda la comunidad. Es una celebración de la fe, la unidad y la diversidad de Taiwán. Que este año sea solo el comienzo de una tradición que continuará uniendo a las personas y difundiendo amor y paz en todo el mundo.