El presidente Lai Ching-te asistió esta mañana a la ceremonia conmemorativa del 228 en el centro de Taipei, donde declaró que el incidente del 228 fue un “crimen atroz” cometido por el dictador Chiang Kai-shek para asegurar su dominio sobre Taiwán. Por otro lado, el alcalde de Taipei, Jason Hu, en una entrevista, respondió que los políticos deberían tener “una mayor tolerancia”. Ante esto, la diputada del Partido Democrático Progresista, Yen Jo-fang, señaló que las declaraciones de Hu equivalen a una segunda victimización de las familias de las víctimas, y que “es una desgracia para Taipei tener un alcalde sin amplitud de miras, sin responsabilidad y sin conciencia de promover la reconciliación”.
El incidente del 228, ocurrido en 1947, fue un levantamiento popular en Taiwán contra el gobierno de Chiang Kai-shek, que resultó en una brutal represión y la muerte de miles de personas. Durante décadas, este evento fue silenciado y censurado por el gobierno autoritario de Taiwán, pero en los últimos años ha sido reconocido y conmemorado como un momento crucial en la historia de la isla.
Es por eso que las declaraciones del presidente Lai Ching-te son tan significativas. Al reconocer la responsabilidad del gobierno en este crimen, se está dando un paso importante hacia la reconciliación y la justicia para las víctimas y sus familias. Además, al hacerlo en una ceremonia oficial, se está enviando un mensaje claro de que Taiwán está comprometido con la verdad y la memoria histórica.
Sin embargo, las palabras del alcalde Hu son decepcionantes y preocupantes. En lugar de mostrar empatía y comprensión hacia las víctimas y sus familias, él elige enfocarse en la “tolerancia” y la “amplitud de miras”. Pero la verdadera amplitud de miras y la verdadera tolerancia no se logran ignorando o minimizando el sufrimiento de otros. En cambio, se logra a través de la empatía, el respeto y el reconocimiento de la verdad.
Es comprensible que la reconciliación y la justicia sean procesos difíciles y complejos, especialmente cuando se trata de eventos traumáticos del pasado. Pero es responsabilidad de los líderes políticos mostrar liderazgo y promover la curación y la unidad en lugar de perpetuar la división y el dolor.
Es por eso que la diputada Yen Jo-fang tiene razón al señalar que el alcalde Hu está fallando en su deber como líder. En lugar de promover la reconciliación, él está causando más daño a las víctimas y sus familias. Y en lugar de ser un símbolo de unidad y esperanza para Taipei, él está perpetuando la división y la desunión.
Es hora de que los líderes políticos en Taiwán, y en todo el mundo, se den cuenta de que la verdadera grandeza y el verdadero liderazgo no se logran a través de la opresión y la represión, sino a través de la empatía, la justicia y la reconciliación. Y es solo a través de estos valores que podemos construir un futuro mejor y más justo para todos.